
En una ocasión un niño de unos siete años, al llegar a la primera entrevista con el psicoanalista, le preguntó ¿cuántos amigos tienes? Después de pensarlo un momento éste le respondió vacilante “serán unos cinco quizás seis”, mientras se preguntaba a sí mismo cuál era para él la condición de amigo. El niño sonrió y con un aire triunfal le dijo que él tenía mas de cien amigos, siendo que uno de sus síntomas era la retracción afectiva y la dificultad para relacionarse con los compañeros de clase.
Es difícil encontrar personas que no se queden embobadas ante su iphone en cualquier situación como andar por la calle, en el autobús, en el restaurante e incluso en reuniones familiares o a la hora de comer, hasta en el trabajo. Hemos visto hasta algunos políticos en el parlamento atentos a sus iphones y no por razones de trabajo precisamente.
Muchas de esas personas intuyen vagamente lo inconveniente de esas conductas, lo escandaloso de esa afición desmesurada que no es que sea asocial, sino que crea una ilusión de socialización totalmente superficial.
Algunas personas intuyen que hay algo insano en esa cantidad de horas diarias que están colgadas de las pantallas e inician vagamente un plan de estar menos tiempo prendidos de ellas, algunas veces abrumados por los datos que la propia máquina suministra sin que nadie se lo haya pedido “ ayer usaste tu iphone una hora más que las tres que venias usándolo”. Lo más frecuente es que descubran que la máquina forma parte de su vida de una forma en que les resulta difícil prescindir de ella, algunos se escudan en necesidades de trabajo, pero la realidad tozuda se asoma en mayor o menor grado: sienten adicción por esos trastos. Pocos darán el paso lógico siguiente concluir que esos aparatos tienen algo de drogas.
Algunos profesionales “psi” ya han visto una nueva oportunidad de crear una oferta de terapia, incluso se ha creado un nuevo diagnóstico, la NOMOFOBIA (no-mobile-phone phobia). Bien está si un sujeto es consciente de que eso es un problema en su vida y quiere superarlo, pero se corre el riesgo de repetir una pauta del capitalismo, que no es otra que generar un problema con sus negocios y vendernos después la solución al problema que han creado, lo que resulta doblemente lucrativo. Hay miles de ejemplos de este tipo, como vender alimentos con altos porcentajes de azucares adictivos y después ofrecernos tratamientos dietéticos de todo tipo, lo mismo con la polución ambiental…
Por otro lado muchos “psi” hemos caído en la tentación de hacer atención psicoterapéutica a través de pantallas, de lo que les hablaré en un próximo post. No es fácil escapar al discurso dominante y menos si uno debe hacerlo en solitario.
Se ha hablado mucho de la pantalla, de la similitud de los adictos al narciso del mito, pero ellos en vez de verse reflejados en las aguas del riachuelo buscan compulsivamente que les devuelva su imagen ese espejo electrónico que son los gadgets. Recordemos que la atracción narcisista en el mito griego precipitó a nuestro héroe a la muerte, y es cierto que cuando se trata de adicciones siempre anda la muerte de por medio, aunque sea muerte lenta. Pero a veces puede llegar de forma rápida, como lo muestra el ejemplo trágico de aquellos candidatos a influencers, no pocos, que buscando capturar más seguidores se han precipitado al vacío por querer lograr un selfie más impactante que los otros.
Ese efecto narcisista es especialmente intenso, porque no sólo se trata de ver el propio reflejo, que en ocasiones se puede tornar odioso si la imagen no toma el aspecto esperado en nuestra imaginación, sino que hay algo más, se trata de que nos devuelva nuestra personalidad reafirmada, nuestro valor ensalzado, como preguntaba la cruel reina Grimhilde: “espejo espejito ¿quién es la más bella?” y cuando el espejo respondía “ Blancanieves”, la reina, celosa, se alzaba airada contra el propio espejo. Lo mismo ocurre cuando Facebook nos devuelve una cantidad misérrima de likes, más misérrima si la comparamos con los que consiguen otros, entonces nos asemejamos a Grimhilde que esperaba más valoración que Blancanieves, lo que la convirtió en esa bruja fea y vieja que le lleva un fruto envenenado, respuesta cada día mas frecuente en internet, donde el veneno y la mala bilis circulan especialmente en los comentarios y las respuestas a las expresiones de los demás.
Pero los que se quedan en la reflexión sobre los efectos de las pantallas, se quedan solo en algunas de las razones más superficiales de esos efectos de adicción. Detrás de las pantallas hay algo más diabólico, su efecto adictógeno no es un azar, como nos descubre el excelente libro de James Williams, “Clics contra la humanidad”, ese efecto es buscado con ahinco por la industria electrónica, y por lo tanto buscado y programado; forma un trípode con los otros dos grandes motores de esa industria, el tráfico de datos personales y la propaganda en lugar de información. Como señala J.Lacan en su seminario 21 “aquello que enfrentamos en lo político es un tipo de informaciones cuyo sentido no tiene otro alcance que el imperativo”
Pero el primero es a todas luces el prioritario porque de él dependen en gran medida los otros dos.
Una usuaria de Facebook dice “mi móvil me recuerda que hace días no juego en el Candy Crash”, es decir le llama la atención. Como señala Williams, ese es el gran mercado que busca internet. El mercado de la atención es fundamental en el capitalismo actual, tanto por monopolizar la atención en ciertos contenidos, como por hacer que el usuario no preste atención sobre otros hechos significativos; por eso los Clickbait (Cybercebos ) se colocan en el centro del interés de la industria. Esto en política es tan usado y es tan importante como las fake news. El caso paradigmático es el uso que hizo Trump de las redes, hasta llegar a la distracción permanente, desde los temas candentes y complejos sobre los que reflexionar, hasta tergivesar la realidad para conseguir su meta de alcanzar la Casa Blanca, (ver Miquel Pellicer, “La comunicación en la era Trump”. )
Como dice el crítico cultural y pedagogo Neil Postman en “Divertirse hasta morir”, que complementa al ya conocido Shop till you drop, donde destaca que se trata de comprar hasta la extenuación, una modalidad nos deja sin dinero y la otra, divertirse hasta morir, nos deja sin tiempo para las cosas verdaderamente significativas de nuestra vida.
Mantenerse distraído de lo que es fundamental para si mismo como sujeto es una de las consecuencias de las neurosis, el “obsesivo no está nunca allí donde se presenta”, deambula por las ramas lejos de donde se juegan las batallas decisivas de su vida y del porvenir de la humanidad, como Paris en la guerra de Troya. Por otra parte la histérica(o) se enajena identificándose “al espectáculo” e internet le ofrece un escenario multitudinario en el que perderse hasta no saber ni quién es ni qué quiere verdaderamente, pendiente de lo que quieren los otros y ofreciéndose como objeto de un canibalismo afectivo multitudinario, del que la televisión nos ofrece dosis masivas.
Si estos extravíos son algunas de las razones que justifican hacer un psicoanálisis para llevar al sujeto elegir lo que le es verdaderamente esencial en su vida, también es cierto que eso contribuye a hacer del psicoanálisis un enemigo de ese capitalismo, que es en gran medida un capitalismo de evasión, que tiene la particularidad de que cuantas mas distracciones ofrece más insatisfacción genera.
Los mecanismos para lograr esa atención continuada no son sólo los clickbaits o trucos discursivos de que se vale la industria de la programación de webs, apps, banners i tutti quanti, recursos estilísticos del contenido digital, está en la esencia misma de la máquina.
Viendo la serie Halt and catch fire, tuve noticia por primera vez de que en la construcción misma de la máquina era absolutamente necesario lograr un tiempo inferior a los 400 milisegundos, para lograr que en el intervalo el usuario no se distrajera y derivase su atención hacia otros estímulos o intereses. Hasta 1982 se creía que ese margen temporal era de dos segundos, pero un ingeniero electrónico, trabajando conjuntamente con su colega Ahrvid J. Thadani y psicólogos conductistas, estableció esa magnitud en 400 milisegundos, cifra que pasó a conocerse como el umbral de Dohderty. Se calcula que luego se necesitaría un mínimo de 20 minutos para que el usuario volviera a concentrarse, lo que no es aceptable para la industria de la atención.
La prioridad era y sigue siendo captar la atención del usuario de forma cuanto más duradera mejor, (Get Me Roger Stone citado por Pellicer), no importa si eso se hace a costa de trucos banales que no le aportarán ningún beneficio a su vida, lo importante es que se haga adicto. ¿Les suena verdad? Es exactamente la misma finalidad que tiene cualquier narcotraficante, solo que en el sistema capitalista el modelo narcotraficante, aunque nadie se lo reconocerá, es el summum de los ideales a alcanzar, porque la información sobre los productos no es mera información, es propaganda, y nunca como en la economía on-line había sido posible evaluar con tanta precisión el impacto de la propaganda en el consumidor.
Nir Eyal en su libro “Enganchado ¿cómo construir hábitos?”, escribe “los tecnólogos crean productos diseñados para persuadir a la gente a hacer lo que queremos que hagan. A esa gente le asignamos el nombre genérico de usuarios y aunque no lo digamos en voz alta deseamos en secreto que todos y cada uno de ellos se enganchen diabólicamente a nuestros productos”. Esta voluntad adictiva es consecuente con algo que pocos logran relacionar, a saber: es concomitante con un sistema de relaciones totalitario.
Hace años el psicoanalista inglés Bion formalizó la relación entre el bebé y la madre, los lacanianos dirían la relación del sujeto al Otro. Bion la pensó como una relación de continente-contenido. La modalidad de esa relación determinaría en el sujeto tanto su personalidad, como sus particularidades y también sus síntomas, en función de la forma en que los mensajes que emite el bebé sean acogidos, procesados y devueltos en forma de respuestas por ese Otro.
Clínicamente se verifica que tanto su estructura, neurosis, perversión o psicosis, como sus estilos relacionales, desde la dependencia absoluta del Otro hasta una ilusión de autonomía plena, a veces reactiva a la primera, dependen en gran medida de ese proceso que atrapa y reordena el bagaje biológico del bebé. Bion situó como esencial para que se constituya un sujeto mínimamente responsable y capaz de cierta felicidad, la capacidad de reverie (ensoñación) consciente pero sobre todo inconsciente, que tuviese ese Otro, es decir la posibilidad de tener ensueños, fantasias… lo que conlleva procesar simbólica e imaginariamente los mensajes del bebé que desde entonces reciben respuestas que llevan la marca de los deseos del Otro, y por lo tanto la impronta de otro, que si desea es porque algo le falta. (Lacan sem VII 3Febrero 1960) Por lo tanto es fundamental que el otro tenga asumidas ciertas faltas como motores de deseo, para que el bebé tenga oportunidad de constituirse como sujeto responsable.
Eso nos plantea otra cuestión ¿tienen esa capacidad de reveri (ensueño) las máquinas?.
En Blade Runner, Ridley Scott adaptaba al cine la novela de Philip K.Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” que tan magistralmente anticipó no sólo la cuestión de si las maquinas podían desear, tener afectos, sino el uso que podían tener al servicio de corporaciones fundamentalistas y totalitarias.
Dos psicoanalistas argentinos, Maria Gear y Ernesto Liendo, ver “Terapia estructural de la pareja y la familia”, aplicaron estas conceptualizaciones para formalizar los modos de intervención psicoanalítica en parejas y familias, en muchísimas ocasiones ineludibles cuando se trata del trabajo psicoanalítico con niños. El usuario y la máquina forman indiscutiblemente una pareja, a veces hasta un grupo.
Nos centraremos en el perfil llamado “la madre como continente omnipotente adictogeno”. Ninguna madre que se quiera indispensable para su prole, es decir que quiera que sus hijos mantengan una relación de adicción por ella, se reconocerá castrada, es decir atravesada por la falta. Ella induce su figura de omnipotencia trasmitiendo a la prole su infalibilidad, su capacidad de responder y saturar todas sus demandas, por más infinitas que sean en su estructura, es decir crearles el hábito de que nada necesitan fuera de ella, y ese es ni más ni menos a la vez el anhelo y la mentira de todo régimen autoritario.
Ese puede ser el campo de una coincidencia letal para la humanidad. No nos hace falta ser politólogos para darnos cuenta de que todo partido político, todo gobernante, cuando expone sus programas o sus valoraciones de su gobierno, nunca o mejor dicho en rarísimas excepciones nos expone los límites de lo que podrá hacer, las cuestiones que no pueden ser solucionadas en un momento dado y quizás no lo podrán ser jamás.
En una palabra, de forma tácita se plantean como ese Otro omnipotente, cuyos fallos son imputados a los otros partidos, a los ciudadanos, a los imponderables reales. Tenemos ahora el caso del covid19 en coherencia total con esa posición, sus fallos pueden ser atribuidos a los imposibles que plantea el virus. Los gobernantes, en su voluntad de permanencia, tratan de hacer sentir la dependencia de sus militantes, de los ciudadanos hacia sus aparatos de poder: clientelismo, sugestión, fake news, secretismo, distracción, etc… y de este modo nos revelan una coincidencia peligrosa que redobla la tendencia inherente hacia el totalitarismo y la adicción tanto de la política como de los medios on-line.
Carlos A. Scolari, en su excelente conferencia de youtube sobre interfaces, nos recuerda que desde las primitivas pinturas rupestres y las primeras escrituras ya hubo una exposición de los sujetos humanos a los manejos de los otros, ya se usaban fake news. Por su parte los romanos utilizaron muy bien el “panem et circense” para instrumentalizarlo políticamente. La televisión es en un 90% equivalente a ese circo romano.
¿Cuáles son las diferencias entre esas modalidades y las prácticas de la Comunicación electrónica, de los media actuales? Son muchas, pero ahora solo quiero señalar dos, en primer lugar la penetración dentro de todas las facetas y todos los ámbitos de la vida. Polifemo era un ojo vigilante, pero Ulises y sus marineros podían esconderse de su mirada e incluso llegaron a cegarlo, por lo que ese OTRO ya no podía saber todo de ellos. Pero además al decirle Ulises a Polifemo “si tu padre Poseidón pregunta quién te lo ha hecho dile que he sido yo y que me llamo Nadie”, se escondía doblemente de ese Otro, pues ya no le podía ver y no podía saber el significante que lo nombraba. Podemos nosotros borrarnos ante ese Otro electrónico?.
Un usuario de internet a menudo sospecha que le ven o le escuchan. Por ejemplo a una usuaria le puede aparecer un anuncio que le oferta un producto sobre el que había chateado con una amiga, a propósito de lo cual se pregunta cómo se han enterado de sus intereses: ¿por la cámara del ordenador?, ¿porqué leen los whatsapps? O ¿escuchan las conversaciones y recogen palabras clave? Una familia común norteamericana tiene de promedio hasta trece dispositivos enchufados… ¿tiene que cegarlos todos?
La otra característica la hemos visto en el diseño intrínseco de los gadgets, pues su funcionamiento está hecho para que nos atrape. Esa característica, convierte a los media modernos en partners con los que nos relaciona un vinculo paranoico, ese otro no solo tiene un saber sobre mi: los datos, más allá de lo que yo soy consciente, sino que además goza de mi, extrae una satisfacción ya sea scópica o anal pues acumula plusvalía a mi costa. Esa fase paranoica de la relación a los media, muy probablemente evolucionará hacia el modelo esquizofrénico con el metaverso, donde mi yo real y mi avatar serán indiferenciables a la vez que estarán totalmente disociados. Hablaremos de ello en la próxima charla sobre el Metaverso.
Así pues, la batalla en la actualidad es mas desigual, mucho más que la de Ulises con Polifemo y su terrible padre Poseidón, uno de los dioses mas poderosos. Debido al poder que la ciencia ha dado a la tecnología, todas nuestras actividades pueden ser controladas sin escapatoria. ¿Ante ese poder cada día más omnisciente sobreviviremos como sujetos medianamente autónomos o quedaremos reducidos a pilas biológicas como en Matrix o en Boots alienados como nos quieren los Donalds Trumps del mundo que son muchos? En el horizonte se dibuja un universo paralelo totalmente totalizante el Metaverso, el gran negocio por venir ya está llegando, los ciudadanos deberíamos ponernos en alerta roja frente a ese nuevo artilugio capitalista, no solo hablar, hace falta despertar y movilizar la ciudadanía, o es que ¿llegamos al fin de la subjetividad que Homero14 había soñado para la humanidad hace casi treinta siglos, liberándola de la subordinación absoluta a los dioses?
Hace falta que tomemos ejemplo de Hefesto que le partió la cabeza al tirano Zeus, introduciéndole así la división que permitió emerger a Atenea, diosa de la guerra pero también de la sabiduría y la civilización. Quizás ante la imposibilidad de volver al estado de antes de la comunicación electrónica, debemos pensar qué ética nos conviene para que no funcione en su vertiente totalitaria, lo que ya es objeto de una próxima reflexión.
Bibliografía:
TEXTOS:
1 Williams, James. Clics contra la humanidad, Gatopardo Ensayo, Barcelona, 2018.
2 J. Lacan Seminario 21 sesion del 15 de Enero de 1971 (inédito)
3 Pellicer, Miquel. La comunicación en la era Trump, Ed. UOC, Barcelona, 2017.
4 Postman, Neil. Divertirse hasta morir, Ediciones de la tempestad, 2001.
5 Halt and catch fire, serie de Netflix, 2014.
6 Get me Roger Stone, documental de Netflix, 2017
7 Nir, Eyal. Enganchado, (Hooked): Cómo construir productos y servicios exitosos que formen hábitos, Sunshine Business Dev, 2014.
8 W. R. Byon. Aprendiendo de la experiencia, Paidós, 1975
9 J. Lacan. Función y campo de la palabra en Escritos 1, pp 88, Ed. sigloXXI, 1972
10 Blade runner, película de Ridley Scott, 1982
11 Dick, Philip K. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Minotauro esenciales, 1968.
12 Gear, María C. y Ernesto C. Liendo. Psicoterapia estructural de la pareja y del grupo familiar, Ediciones Nueva Vision, 1974.
13 Scolari, Carlos A. Ecología de los medios, Ed. GEDISA, pp. 29
14 Homero. La Odisea
INTERNET
23-05-2014. Carlos Scolari. Una ecología de los medios (vídeo de youtube) https://www.youtube.com/watch?v=GMvt_x-CiDE
El sistema de las Interfaces por Carlos Scolari (vídeo de youtube) https://www.youtube.com/watch?v=caUjFLV7_rw
https://www.woman.es/lifestyle/ocio/filtros-instagram-utilizados-buena-cara-dormido
Jose Monseny Bonifasi
Cadaqués, 27 de Agosto 2021
Bon dia Pep
M’ha agradat força aquest article… m’el guardaré per tornar a llegir-lo.
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